Tras los años más duros de la crisis, las franquicias familiares han sabido alzarse como potentes motores de la economía. Y todo gracias a factores que han sido, son y serán las auténticas claves de su éxito. Hablamos de una buena planificación a largo plazo y de la continuidad en el negocio. Pero también del marcado carácter emprendedor de cada familia y de sus fundadores.
Ejemplos no faltan. De hecho, destacan varias empresas familiares que han expandido su negocio con éxito a través del sistema de franquicias. Y lo han hecho sin perder el control efectivo de su empresa.
La familia es el grupo humano en el que los lazos entre sus miembros son más intensos. Muchos empresarios han conseguido aprovechar estos lazos de unión familiares para desarrollar su proyecto empresarial con su gente más cercana. Otros han conseguido traspasar su visión empresarial y su vocación a sus hijos y nietos. El caso es que las empresas familiares han visto en el sistema de franquicias un modo de expandirse manteniendo el liderazgo familiar.
La importancia creciente de estas empresas hace que, en muchos sectores, se hayan convertido en motores del tejido empresarial. Y es que muestran un alto grado de innovación y capacidad para emprender. Además de un alto nivel de adaptación a los momentos del mercado.
Hay que tener en cuenta que las empresas familiares constituyen la mayoría del tejido productivo de cualquier economía avanzada. La propiedad, el control y la dirección de la empresa son los tres elementos que definen la empresa familiar. En cuanto a su marco legal, las ventajas legislativas y su reconocimiento social sirven de estímulos a la iniciativa empresarial y aumentan la vocación emprendedora.
Según el estudio “La empresa familiar en España”, elaborado por el Instituto de la Empresa Familiar, representan el 90% de las sociedades (1,1 millones). Además, generan el 57% del PIB y representan el 70% del empleo privado, 7 millones de puestos de trabajo. Con todo, este tipo de negocios constituye uno de los pilares centrales de la economía española. Y es que son la base del tejido productivo del país y están presentes en todos los sectores.
Destaca un caso de empresa familiar internacional que ha desarrollado con éxito su proyecto empresarial. Se trata de la alemana Aldi, una de las mayores cadenas de venta minorista en todo el mundo. La cadena surgió de una tienda de ultramarinos que abrió en 1913 en Essen la madre de los hermanos Albrecht. A partir de ahí, montaron una cadena de supermercados que, a día de hoy, cuenta con establecimientos en todo el mundo. A pesar de estar ya jubilados, los hermanos Albrecht están considerados entre los hombres más ricos de su país.
Neck & Neck, un negocio de hermanos
Ya en las franquicias españolas nos encontramos con ejemplos como el de la marca Neck & Neck, que nace en 1993 creada por unos amigos de la actual familia propietaria. Por problemas financieros, estos amigos acuden a Enrique Zamacola y le piden financiación. En 1998 se funda Neck Child, que es la compañía que desde entonces tiene los derechos de uso de N&N, momento en que estos amigos salen de la directiva y del accionariado.
Enrique Zamacola entra en 1997 como ayudante en los procesos de producción. En 1998 es nombrado director de producción de la franquicia. En 2004 pasa a llevar todo el área comercial, marketing y diseño. Y ya en 2006 toma la dirección general. En 1999 se incorpora su hermana María, llevando la gestión de las franquicias españolas y, más tarde, la expansión mundial. Dos años después, en 2001, entra otro hermano, Borja. En un principio lleva la expansión de Latinoamérica y en 2004 toma la dirección de gestión internacional. Y por último, otra de las hermanas, Ana, entra en 2004 en el departamento comercial.
En 1998, la marca contaba con 27 tiendas, 7 propias y el resto en pseudofranquicias. Desde que se adecuó al modelo de franquicia, sentó las bases para crecer de manera sostenible. Hoy en día cuenta con más de 200 tiendas repartidas en 10 países. De cara al futuro, busca consolidarse donde ya está presente (Francia, Italia, Suiza) y abrir en nuevos mercados.
El imperio del sándwich de la familia Rodilla
Uno de los casos más especiales es el de la familia Rodilla. Fue el 24 de diciembre de 1939 cuando Antonio Rodilla, salmantino de 30 años especialista en la producción de fiambre, abrió un pequeño negocio de 60 m2 en la madrileña Plaza de Callao. En un tiempo marcado por la miseria, observó que nadie quería la parte trasera de las barras de embutido. Así, comenzó a forjar una fórmula para aprovechar este sobrante. Así fue como comenzó a producir su propio pan. Y éste fue el primer paso en la creación de su imperio.
Durante 20 años, el producto ideado por Antonio se hace popular en Madrid. A principios de los 70, abre dos nuevos establecimientos en la capital. Mientras, comienza a extenderse la costumbre de comer los sándwiches de forma rápida.
Así, en 1992, la compañía crea una nueva empresa, “Artesanía de la Alimentación”. Desde ahí se centraliza la fabricación del producto y se surte a las tiendas que se van incorporando a su franquicia.
Tras todos estos cambios, Antonio Rodilla fallece, dejando a cargo de la compañía a sus dos hijos, Antonio y Bernardo. Eso sí, en 2006 Damm se convierte en accionista de la franquicia, con una participación del 35% que, en 2012, eleva al 76%. Años después, en 2015, la cervecera compra el 24% restante, convirtiéndose en su único propietario.
El caso de MRW
Otro ejemplo lo encontramos en MRW, una empresa que nació en Barcelona en 1977 como Mensajeros Radio. Era una empresa de transporte urbano de la ciudad condal. En 1979 arrastraba importantes deudas y se vende a Francisco Martín Frías y otros dos socios. Martín Frías ya empezó como director general. Y lo hizo abriendo delegaciones en otras ciudades españolas hasta que, poco a poco, cubrió todo el territorio nacional.
Del transporte urbano se pasó al nacional y se instauró el llamado servicio “puerta a puerta”. Después, se fue ampliando la gama de servicios, según se iba dotando de nuevas prestaciones complementarias. Además, se aplicó tarifa única en todo el territorio y empezaron a abrirse franquicias.
En 1988 cambió el nombre a MRW. Años más tarde, en 1991, se puso en marcha el denominado Plan Naranja. Éste consistió en desgranar el territorio nacional y repartirlo entre los empleados que quisieran convertirse en empresarios. Y así fue como 1.160 trabajadores de MRW se convirtieron en emprendedores y gestores de su propio negocio.
Francisco Martín Frías cuenta con un equipo directivo cuyos miembros, en su mayoría, llevan muchos años en la marca. Asimismo, sus hijos Esther y Paco siempre han estado vinculados a MRW. De adolescentes colaborando en verano, y de adultos trabajando en la red. Entre sus retos se encuentran seguir en la misma línea de crecimiento que hasta ahora: abrir más franquicias, destinar más recursos a acción social, seguir con las mismas cuotas de calidad y, en definitiva, intentar avanzar a las necesidades de los clientes.
Además, el Grupo MRW es pionero desde hace 25 años haciendo acción social. Los valores diferenciales de esta franquicia son Compromiso, Eficiencia, Transparencia, Innovación y el perfeccionamiento, día a día, de la calidad del servicio.
Los retos y claves de éxito en las empresas familiares
Entre las principales dificultades que afrontan las franquicias familiares en la actualidad, se encuentran la búsqueda de capital y la obligación de garantizar el relevo generacional. Y es que la empresa familiar no sólo debe fidelizar a sus clientes, sino también a sus nuevas generaciones, lo que no siempre es una tarea sencilla.
El empresario familiar de una franquicia desea transmitir su empresa a la generación siguiente y, sin embargo, sólo una pequeña parte de las empresas familiares consigue mantener el carácter familiar por más de una generación. Esta ruptura en la continuidad se debe a que el empresario no siempre consigue superar algunos desafíos, como planificar la sucesión o vencer la resistencia de los seniors a dejar sus puestos en el momento oportuno. Además, en determinados momentos surge la necesidad de incorporar directivos no familiares.
También surgen otros retos a los que una franquicia familiar debe enfrentarse, como solventar los problemas financieros que supone el cambio generacional, garantizar que el sucesor familiar sea competente y conseguir recursos financieros externos o establecer alianzas con otras empresas, sin perder el control efectivo del propio negocio.
En resumen, el hecho de ser empresas flexibles y haber alcanzado la planificación a largo plazo son algunos de los elementos que suponen una ventaja sustancial en estas franquicias familiares. Además, el ambiente empresarial familiar y el carácter emprendedor e innovador de este tipo de empresarios son factores que influyen positivamente en el éxito de las franquicias familiares.