Resulta evidente que la franquicia representa, hoy en día, el que quizás ya sea el sistema de expansión empresarial más empleado y desarrollado de las economías modernas. Cualquier empresa que goce de un adecuado posicionamiento en su entorno de actuación. Y que cuente con ciertas perspectivas de crecimiento, no puede dejar de ver en la franquicia una de las alternativas más rentables y eficaces para la consecución de todo objetivo relativo a la cobertura de nuevos mercados.
Sea cual sea el sector de actividad en el que la empresa venga operando. Ya sea en funciones industriales, con cometidos de comercialización y/o distribución. O bien en la prestación de servicios, la franquicia ha de ser contemplada como una alternativa. Que, en caso de viabilidad contrastada, reportará a la empresa innumerables y claras ventajas. Es más, no tendrá sentido iniciar proceso alguno de expansión sin haber analizado con anterioridad la posibilidad de franquiciar.
Cierto es que la opción de crecer en franquicia es una entre muchas otras alternativas de desarrollo. Pero no lo es menos que esta fórmula encuentra en sus requerimientos y supuestos de partida. Y en la perfecta adecuación de estos a las empresas y mercados actuales, la verdadera razón de su espectacular progresión. En efecto, ser el fondo de comercio de la marca que se conceda, la permanente asistencia en la explotación del negocio. Y, ante todo, la disposición y coherente transmisión de las experiencias adquiridas. Algo que hará de la franquicia un auténtico planteamiento de competitividad.
Sin embargo, no haríamos bien en considerar simplemente las unas u otras razones del éxito de la franquicia. Mejor haríamos en contemplar este sistema de expansión compartida como una consecuencia lógica de la necesidad de adaptación de nuestras empresas a las exigencias cambiantes de los mercados. Y, en definitiva, a un entorno en el que la mayor competitividad se ha convertido en el elemento caracterizador de las decisiones que se adopten en el seno de las mismas.
Por qué montar una franquicia
Para entender lo que una expansión en franquicia puede llegar a representar para la empresa, no ya en su potencial de evolución, sino en la continuidad de la gestión. Y de que manera condicionará su realidad en un futuro más o menos cercano, el punto de partida no ha de ser otro que el de una empresa capaz de afrontar los retos de la economía del siglo XXI.
De nada servirá pasar por alto lo que es una realidad notoria. Las empresas se ven obligadas a adoptar estrategias encaminadas a la consecución de planteamientos de negocio. Acordes estas a la situación actual de la distribución y los servicios. Los cada vez mayores condicionantes de especialización, la necesidad de optimizar y modernizar la gestión de las empresas. Y también la imposibilidad más absoluta de poder competir actuando desde planteamientos de independencia empresarial o pretenderlo bajo limitaciones geográficas de actuación, pone de manifiesto el interés de las empresas por la franquicia. En tanto ésta puede aportar soluciones eficaces ante estas ineludibles exigencias.
En efecto, la franquicia basará siempre su fundamento en:
- La comercialización de productos o servicios bajo criterios de especialización comercial.
- Garantizar la aplicación de modernas técnicas de gestión empresarial en todas las facetas del negocio.
- Y, ante todo, constituir una relación de asociacionismo empresarial que, desde principios de autonomía e independencia, faculte a las empresas a la rentabilización de su acuerdo. En concreto, mediante la generación de sinergias y economías de escala. De ahí su éxito.