A la hora de iniciar un proyecto empresarial o en el propio desarrollo del mismo a través del sistema de franquicias se necesita una estructura que soporte las cargas financieras que genere. Los huecos de la financiación tradicional a través de entidades y préstamos bancarios han provocado que las empresas busquen otras formas de obtener capital. Los business angels, la intervención de agentes de capital de riesgo o los préstamos participativos emergen como nuevas opciones para los empresarios. Aunque en estos casos, la mayoría de las veces ceden parte de su independencia.
Cuando a un emprendedor se le ocurre una idea de negocio la pregunta inmediata que surge es cómo poder financiarlo. Lo mismo les ocurre a los empresarios que habiendo desarrollado su idea contemplan la necesidad de la expansión. En el momento del nacimiento de una pequeña o mediana empresa todo gira en torno a una idea. La misma tiene que conllevar una innovación de productos. O bien una innovación de proceso o funcional, es decir, una mejor manera de hacer las cosas en un sector. Una tarea ardua pero no menos difícil que el siguiente paso, conseguir la financiación.
Si damos por supuesto que la idea es rentable, los emprendedores tienen la opción de financiarla con ahorros propios o las vías de financiación tradicionales, que son los métodos más empleados. Estas vías parecen cubrir las necesidades de este primer momento. Aunque serán luego las necesidades de consolidación, ampliación o capitalización hacia el futuro las que demandarán y forzarán a conocer otros instrumentos que permitan hallar otras soluciones financieras para las empresas.
En general es aquí donde los empresarios se encuentran en un primer conflicto. Por un lado, la idea sobre la que girará el negocio. Por otro, el ámbito de las finanzas y lo administrativo. Ambos deberán complementarse, para lo que es importante no ver al sector de las finanzas como un obstáculo o un mundo desconocido.
Ventajas e inconvenientes de los métodos tradicionales
Las necesidades de financiación varían mucho en función del tipo de empresa y del momento en el que las empresas necesitan los recursos financieros. Si se opta por los medios tradicionales -bancos o cajas-, los empresarios se encuentran con el problema de que estas entidades valoran realidades y les cuesta valorar los futuros potenciales del negocio.
Por otro lado, estos préstamos no suelen cubrir montantes que superen una cierta cantidad. Además, son préstamos costosos en cuanto a las características y condiciones de la financiación.
A estos inconvenientes hay que añadir que, generalmente, las entidades bancarias funcionan bien como método de financiación si tienen un conocimiento previo de quienes lo solicitan.
Aunque, por otra parte, estos métodos suponen un mínimo esfuerzo de la empresa, que no tendrá que destinar a una persona de su plantilla a la tarea de tratar con varias entidades de financiación y a la larga, al realizar habitualmente movimientos con el banco o la caja la relación se consolida.
Las ventajas más importantes son:
- No se pierde el control de la empresa.
- La sociedad que financia no se inmiscuye en el negocio.
- No es necesario un conocimiento especializado sobre economía y finanzas.
- Aunque la independencia no siempre es una ventaja, a veces, las empresas necesitan que la entidad financiera conozca bien su negocio porque si no, no está en condiciones de valorar los beneficios del futuro.
Las alternativas a las entidades bancarias
El primer problema que surge cuando se opta por alguna vía alternativa es la independencia del proyecto. Por un lado, al recurrir a la financiación o venden parte de su independencia o corren el riesgo de perder el control. Para ello, los empresarios deben conocer las ventajas e inconvenientes de cada método antes de optar por uno.
Hay que tener en cuenta que un país necesita I+D. Por tanto, las instituciones públicas y privadas deben salvaguardar capitales que inviertan en innovación, en emprendedores, que incidan en el bienestar económico colectivo. Lo malo es que lo normal es que este capital busque rendimientos rápidos y altos.
Business Angels
Existen al menos, tres vías alternativas de financiación a las entidades bancarias. Una de ellas es la denominada Business Angels. Son aquellos inversores informales con capacidad para aportar capital y conocimiento a empresas nuevas o jóvenes con potencial de crecimiento. Este suele ser un recurso puntual y, generalmente, para capitales pequeños.
Agentes de capital social
Este recurso financiero se aplica más a las empresas de nueva creación. Mientras las empresas en desarrollo en búsqueda de su expansión utilizan otro tipo como los agentes de capital de riesgo. El objeto de los mismos consiste en tomar participaciones temporales en el capital de empresas no financieras y de naturaleza no inmobiliaria. Por tanto, el objetivo es que, con la ayuda del capital de riesgo, la empresa aumente su valor. Y una vez madurada la inversión, el capitalista se retire obteniendo un beneficio.
El mayor freno para aceptar a recurrir a este tipo de financiación es la independencia. Esto se debe a que la incorporación a este recurso supone la cesión de parte del proyecto a personas o entidades ajenas a la empresa. Es lógico que si un inversor aporta dinero de capital de riesgo querrá resultados y rentabilidad. Pero renunciar a cuotas de poder o de control resulta difícil para los emprendedores. Esta participación supone un control periódico de los resultados. Algo que puede percibirse como difícil desde el punto de vista personal y económico.
Entre las ventajas del capital de riesgo destaca que su intervención ayuda a estructurar mejor el proyecto complementándose con una mirada más financiera. Además, ayuda a replantear los objetivos y la presencia en el mercado de la compañía. También aporta otros elementos como:
- Contactos cualificados con potenciales clientes.
- La garantía y aproximación cualificada a entidades bancarias y de crédito.
En este punto hay que distinguir la diferencia entre fondos públicos y privados. La visión general es que los mejores profesionales están en terreno privado. Aunque el riesgo público da una sensación de una mayor adaptación a las necesidades de la empresa.
La solución más cómoda y conocida
El préstamo participativo es un instrumento financiero que proporciona recursos a largo plazo sin interferir en la gestión de la empresa. Así, para la mayoría de empresarios este es un recurso más “amable”. Menos obsesionado por lo estrictamente financiero. Y más “flexible” en cuanto a requisitos y plazos de devolución.
Los préstamos participativos son igualmente útiles a la hora de avalar el recurso a las entidades financieras tradicionales y a la hora de proporcionar contactos y nuevos clientes.
Generalmente, es un dinero más “barato”, menos costoso. Pero, además, es un recurso financiero que se asocia también a una mayor flexibilidad en cuanto al tamaño de la empresa o a la envergadura de los proyectos. Aunque, sobre todo, se tiende a considerar que el préstamo participativo también es capaz de asumir una mayor cuota de riesgo. Independientemente del montante solicitado. Suele recurrirse a este método en los momentos en los que la empresa ya está en marcha. O también cuando se necesita, consolidar, expandir o diversificar el proyecto.
Los objetivos del préstamo más participativo que se conoce –EINSA-, y que está muy bien valorado son:
- Respetar la independencia del proyecto en mayor medida que otros recursos, sólo es laboriosa la preparación del papeleo, pero luego todo es fácil.
- Conocer el proyecto, la situación del mercado y las dinámicas profesionales. Son buenos interlocutores.
- Valorar bien el potencial y el riesgo que entrañan los proyectos. En el día a día no interferir, ni poner trabas.
- Además, conscientes del valor del proyecto para los emprendedores, otro objetivo es acompañarlos y mostrarles vías y alternativas.