Ante un proceso de selección de franquiciados, el franquiciador debe dar seguridad a los posibles candidatos a adherirse a su red de franquicias y siempre facilitarle toda la información que le solicite. De la transparencia de sus movimientos dependerá que depositen su confianza en usted.
Aquí tiene los errores más comunes que suelen cometer los franquiciadores ante el posible inversor:
- Ante la petición de información sobre sus franquiciados, no facilitar un listado con sus nombres y teléfonos de los actuales franquiciados. Con una negativa a esta petición, el futuro franquiciado desconfiará de su negocio.
- Evitar que el posible inversor conozca sus instalaciones. Aunque algunas reuniones pudieran ser fuera de sus oficinas intente que no sea así. El posible franquiciado podría dudar sobre si será de capaz de ofrecernos todos los servicios prometidos y necesarios para el desarrollo de nuestra actividad.
- No ser exigente a la hora de seleccionar el local. Si en este aspecto, determinante para un negocio, usted no mostrara demasiado interés o, simplemente, fuera poco exigente el inversor podría preocuparse. El local es parte fundamental de un negocio y debe ser el franquiciador quién más exija su buena ubicación.
- Presionar para la firma. Es una táctica que, en según que actividades puede salir bien, pero que sólo puede generar desconfianza. No hay que dejarse llevar por la precipitación del momento.
- No facilitar la cuenta de resultados. Si el posible inversor le solicitara la cuenta de resultados de su negocio no de una negativa. Este aspecto es fundamental y son muy escasas las enseñas que no cuentan con una cuenta de resultados tipo de su actividad. De hecho, no disponer de ella es dar a entender que el negocio no es rentable.
- No cuidar la imagen de marca. La marca es el elemento clave de una actividad. Si usted no invierte en su propia promoción poco futuro podemos tener al frente de un negocio dentro de esa cadena.
- Evitar mostrar su centro piloto. La función de un establecimiento piloto no es otra que probar el negocio, si no lo hiciéramos o por el contrario no lo tuviéramos el potencial franquiciado podría pensar que es él “el conejillo de indias” de la cadena.
Y a estos se suman los errores de las empresas que empiezan a franquiciar:
Cada año se incorporan cerca de 100 nuevos franquiciadores con la sana intención de construir un negocio de futuro en la que ambos franquiciador y franquiciado puedan ganarse la vida. Un buen manual va a permitir transmitir más eficientemente el sistema de negocio, formar más eficientemente a los franquiciados, y servir de referencia para el funcionamiento diario del establecimiento. Por ello hay que cuidar cada detalle como si fuera el único.
Un contrato de franquicia pobre. El contrato será el marco fundamental que guiará la relación entre franquiciador y franquiciado. El contrato debe realizarse atendiendo a las necesidades específicas de cada negocio, y atendiendo no solamente a las necesidades actuales sino también a las necesidades futuras. Suele ser habitual que muchos contratos no tengan en cuenta aspectos tan importantes para el desarrollo de una cadena de franquicias como la futura incorporación de un fondo de publicidad, la redecoración de los locales, la incorporación de nuevas marcas o líneas de producto, la venta de la cadena de franquicias, y muchos otros aspectos que pueden condicionar el desarrollo futuro de la red. Un mal contrato de franquicias con los primeros franquiciados suele pagarse bastante caro después. Si esta posibilidad no se recoge en el contrato, luego cuando con suficientes franquiciados quiere empezarse a invertir en campañas de publicidad para reforzar la marca, puedes encontrarte que los nuevos franquiciados tengan la obligación de destinar una cantidad al fondo de publicidad, mientras los primeros no tienen esta obligación.
Subestimar la puesta en marcha del negocio. Habitualmente, un franquiciador inexperto suele subestimar los costes que le va a suponer poner en marcha un establecimiento (seleccionar un franquiciado, buscar ubicación, coordinar el montaje, formación inicial, soporte para el arranque,..) y dar soporte a una red de franquiciados. Suele ser habitual que la rentabilidad real que se obtiene de un franquiciado sea bastante inferior a lo previsto.
No desarrollar un buen manual. El contrato de franquicias debe ser explícito y recoger en detalle todos los aspectos del negocio, pero el negocio es un ser vivo y va evolucionando, y no podemos esperar que el contrato vaya cambiando. Por lo tanto el manual completará y detallará las obligaciones del franquiciado. Ahorrará tiempo en la formación inicial y evitará muchas dudas y consultas del franquiciado.
No optimizar y sistematizar el modelo de negocio. Una vez se empiece a franquiciar si en el modelo inicial hay errores estos se multiplicaran y si no hay un procedimiento establecido para hacer las cosas, ¿cómo podemos decir que las hacen mal?
Por consiguiente, cuide al máximo los detalles tanto a la hora de tener reuniones con los potenciales franquiciados como cuando se vaya a poner en marcha esa enseña de su red. Y entienda que la relación franquiciador-franquiciado nace para perdurar en el tiempo y las cosas que mal empiezan mal acaban.