En la tendencia hacia la concentración que experimenta el sector de la alimentación, la fórmula de franquicia se ha convertido en una interesante oportunidad para los emprendedores. Tanto es así, que las franquicias de supermercados cubren, a día de hoy, un importante nicho de mercado.
La radiografía en el sistema de franquicias de supermercados muestra que, actualmente, operan en el territorio nacional 65 cadenas. Las mismas cuentan con 12.691 establecimientos y dan empleo a 66.539 personas. Con todo, su facturación a cierre de 2016 fue de 10.116 millones de euros, según “La Franquicia en España 2017”, el último informe estadístico de la Asociación Española de Franquiciadores (AEF).
Si bien es cierto que el sector de la alimentación en España está representando por grandes distribuidoras, la franquicia ha sabido hacerse un hueco entre ellas. Además, la capacidad de adaptarse a los cambios de la demanda y a gustos muy volubles, y su predisposición a la diversificación y a la especialización, han valido a las cadenas un lugar importante en el mercado. Aquí hay que distinguir, por un lado, las que se integran en una marca ya conocida. Es el caso de las franquicias de supermercados. Y, por otro, las franquicias que nacen segmentadas en un nicho de mercado vía especialización.
Principales formatos
En primer lugar, hay que considerar el marco en el que operan las franquicias de alimentación. Y es que, en los últimos años los hipermercados han cedido cuota en favor de supermercados de menores dimensiones, más accesibles y cercanos al cliente.
Respecto a las tiendas tradicionales y especializadas, siguen siendo uno de los canales preferidos para hacer la compra habitual. Eso sí, han ido perdiendo cuota de mercado frente a las grandes superficies, debido a su dificultad por competir en precio con supermercados e hipermercados.
En cualquier caso, este entorno ha favorecido el desarrollo de la franquicia, pues la mayoría de las cadenas operan a través de establecimientos de pequeña o mediana dimensión. Además, la tendencia actual apuesta por la especialización de la oferta y un trato directo y personalizado con el cliente.
Puntos fuertes de las franquicias de supermercados
El mayor potencial de las franquicias de supermercados es su poder de compra. La capacidad de gestionar mayores volúmenes de productos con el objetivo de obtener mejores condiciones a la hora de adquirir mercancía es uno de los factores que más ha contribuido a su crecimiento.
El precio es otro factor que deben cuidar las franquicias de supermercados para no perder posiciones respecto a la competencia. Así lo han entendido las redes que operan en el territorio nacional, que se afanan por desarrollar economías de escala y marcas propias. Todo para poder rebajar los costes a sus franquiciados y, en última instancia, al cliente final.
Por otra parte, las políticas de marketing orientadas a conseguir una imagen corporativa fuerte han permitido a las franquicias de supermercados transmitir al cliente final una calidad y un diseño que representa a todos los eslabones de la cadena. En este apartado, también hay que considerar el constante apoyo de la central a los franquiciados. Todo de cara a potenciar la imagen de su red a través de promociones, decoración acorde a las fechas, etc.
Finalmente, la formación es otro de los factores que más cuidan las franquicias de supermercados. Y es que el trato al cliente es una de las bazas de los pequeños establecimientos en pos de conquistar al consumidor. De ahí que, para ser competitivas, apuesten por la atención personalizada.
Adaptación y evolución
El sector de la alimentación y los supermercados en España ha conseguido, en las últimas décadas, una posición de madurez. Sin embargo, no se libra de los efectos de las crisis. De hecho, cuando el poder adquisitivo del consumidor es menor, los distribuidores acusan una caída de la demanda.
A pesar de ello, las franquicias de supermercados han desarrollado diversas estrategias para mantener su competitividad. Entre ellas, la adaptación al cambio en los hábitos del consumidor, impulsados por nuevos estilos de vida. En este sentido, el tiempo disponible para realizar la compra y para preparar los alimentos en el hogar, junto con la tendencia a la disminución en el tamaño de las unidades familiares, están cambiando la configuración del sector. De hecho, ahora impera la “cuarta gama”. Es decir, productos limpios, frescos y precortados. Envasados en bandejas de plástico, con film protector y, muchas veces, bajo atmósferas modificadas, para aumentar su período de consumo.
Otra cuestión a tener en cuenta por las franquicias de supermercados es el desarrollo de sus propias marcas. Así, potenciarán su propia imagen con un valor añadido de calidad. Además, conseguirán rebajar aún más los precios, aumentando la competitividad.
Finalmente, el apoyo al franquiciado en materia de financiación es fundamental. Sobre todo, si se tiene en cuenta la elevada inversión inicial que supone poner en marcha uno de estos negocios. Establecer acuerdos con entidades de crédito puede ser la mejor baza para las franquicias de supermercados interesadas en crecer.